16 de septiembre de 2015

Carmen Amaya: una tumba y una carta

El pasado 27 de agosto el diario El Mundo, firmado por Rubén Amón, publicó este artículo
(También pueden leerlo en este enlace)

Montse Madridejos y el que esto subscribe decidimos mandar esta carta al diario:

Estimado Sr. Amón.
Hace un par de años publicamos un libro (Ediciones Bellaterra) sobre Carmen Amaya que aclaraba algunos aspectos de la vida de la bailaora. La lectura de su artículo del pasado 27 de agosto nos hace, una vez más, volver sobre ellos.
Esa portada en la revista Life que tanto se cita nunca existió, lo que todavía puede admirarse es el fantástico reportaje fotográfico de Gjon Mili publicado en esa revista (10-3-1941). Un error tipográfico (suponemos) le hace escribir que su muerte fue el 19 de noviembre de 1967, cambie el 7 por el 3.
La fecha de nacimiento de Carmen Amaya, al no haber ningún documento que lo aclare, ha sido siempre motivo de especulación. En nuestro libro damos suficientes indicios como para poder asegurar (con todas las prevenciones, claro es) que el año de nacimiento fue 1918, que es precisamente el que figura en el titular que abre su artículo.
La boda de Carmen Amaya y Juan Antonio Agüero se celebró con discreción, pero no de incógnito, en 1951 y no en 1952 como usted afirma.
Un lector, hasta desatento, de su artículo se hará la pregunta de por qué están los restos de Carmen Amaya en el Cementerio de Ciriego (Santander). ¿Por qué tomó su marido la decisión de llevar sus restos allí? Preguntas que usted no responde en su artículo.
Nosotros tampoco, de momento, vamos a responder a esas preguntas pero, lo que está claro, es que el que tomó esa decisión estaba legitimado para hacerlo y, como suele decirse, sus razones, quizás incomprensibles para algunos, tendría. ¿No ha pensado que quizás la familia de Agüero lo único que hace es respetar la voluntad del que fue marido de la genial bailaora? Una tumba no es un monumento público, pertenece al ámbito privado y es ahí donde se decide lo que debe o no debe figurar en la misma. Otra cosa bien distinta, y en eso estamos totalmente de acuerdo con usted, es que el homenaje de Santander a Carmen Amaya debe materializarse de alguna manera; dentro del cementerio y/o fuera del mismo.
Reciba un cordial saludo. 
Montse Madridejos y David Pérez Merinero
(Nota: Los enlaces los he puesto para la ocasión.)
Que sepamos no se ha publicado.

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